El Jardín – Cap 1

Desde que tengo memoria mi madre ha mostrado un profundo recelo cuando pregunto por mi abuela (su propia madre), así que en algún momento decidí no preguntar más, pero cada cumpleaños su presencia se hacía notar con esa bella fotografía de su jardín. Siempre esperaba esa foto, era el mejor regalo que me podían dar, pero mi madre odiaba esas fotos y lo mejor era esconderlas. Siempre creí que ella podría romperlas en un ataque de ira.

Faltaba una semana para mi cumpleaños y ya podía imaginarme la foto de este año. Esa noche tocaron el timbre y mi madre y yo nos encontramos en la puerta, abrí emocionada pensando en la foto, pero el chico de capucha que estaba frente a mí me sorprendió. Mi madre le clavo la más fría de sus miradas, pero al chico no pareció importarle y me tendió una carta, nuestros ojos se encontraron y sentí un profundo dolor en el corazón, aquella carta traía tristeza.

 

–  Entra de una vez –me ordenó mi madre– yo te seguiré…

Deje la puerta junta para escuchar lo que hablarán, pero fue imposible. Busqué un lugar cómodo y abrí la carta.

 

Querida Maclau;

                Si estás leyendo esta carta significa que este año no pude tomar la fotografía del jardín y lo lamento, pero me pone feliz que ellos llevaran mi carta.

                Sé que tendrás preguntas y lamento no poder responderlas, tampoco pude darte mucho ni ser una abuela normal, pero siempre te quise y siempre te observé. Cada año te mandaba una foto del jardín con la esperanza que así me conocieras un poco más, quería compartirte mi felicidad.

                Ahora, debo pedirte un favor… mi bello jardín aún no está listo y quisiera que tú lo cuidarás un mes. Solo te pediré eso, y espero que seas más parecida a mí de lo que tu madre espera.

Feliz 17° años. Te quiero y mi corazón y fuerza siempre serán tuyos.

 

Nunca la había visto, ni siquiera tenía una foto de ella y está era la primera vez que podía ver su letra. Realmente sentí que la carta traía más que solo palabras, traía emoción y sentimientos, sufrimiento, miedo, ¿por qué mi abuela sentiría todo eso? ¿acaso sufrió sus últimos años? Mi madre corto todos mis pensamientos al tirar la puerta.

–  ¡Se atrevió a mandar a uno de ellos! – grito tirando un papel sobre la mesa – ¡Enviarte una carta y a mí, su hija, este papel!

El papel había quedado en la mesa y podía leerlo con un poco de dificultad.

 

Es momento de pagar la deuda. Te mando este cheque esperando que pueda aplacar tu ira y puedas pensar un poco la importancia de todo lo que pasará, sabes que es momento. Ella vendrá por un mes y cuidará el jardín antes que él llegue. Además, todo volverá a ser tuyo después de eso y ella podrá elegir que hacer… ella.

Psdt. Adjunto el cheque, puedes pasar a cobrarlo inmediatamente.

La nota parecía escrita por otra persona, no tenía ninguna emoción que la carta de mi abuela me había transmitido. Hubiera dudado que mi abuela la escribiera si no llevará su firma y pequeños detalles, no entendía por qué mi abuela y mi madre tenían ese trato tan frio y lejano. Ambas cartas decían lo mismo, debía ir a ver ese jardín por un mes… sea como sea yo debía ir.

 

– Este año no pude organizarte una fiesta, lo lamento –se disculpó mi madre- no estamos pasando por los mejores momentos…

– El cheque de la abuela podría ayudarnos

– Si –podría jugar que mi madre gruñó- pero no se compara en nada con todo lo demás…

– ¿Demás? –era la primera vez que hablábamos de mi abuela y quería saberlo todo

– Supongo que es momento, después de todo irás un mes…

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ACERCA DE MI

Soy redactora creativa hace algunos unos años y me gusta perderme en los libros y disfruto mi trabajo. Me gusta los retos y los compromisos, por eso quiero vivencias, trabajos y situaciones que me permitan poner a prueba mi capacidad.

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