Y como si el mundo confabulara para darme un día «perfecto» comenzó a llover pero esas lluvias que te empapan en segundos, que te mojan hasta el alma. A él no parecía molestarle, seguía caminando como si nada sucediera, como si fuera un día de verano con el sol sobre nosotros.
- Un poco de agua no te matara..
No, no me ayudaba escucharlo en este momento. No sabía su nombre, pero sabia que era tan frío como esta lluvia. A pesar del clima intentaba disfrutar del paseo, en plena época moderna la gente vivía en pequeñas casas, sin grandes lujos y con amplios jardines. Algunas tenían estilos muy excéntricos y otros clásicos; algunas hechas de manera, piedra, vidrio, en conclusión: materiales que en las grandes ciudades ya no se usaban. Lo raro era que hasta el momento no veía ni una sola nave.
- ¡Mierda! -soltó mi acompañante
Acto seguido retrocedió hasta estar a unos centímetros de mí. Me entrego mi maleta y me señalo que hiciera silencio. Buscaba desesperado algo en su bolsillo, pero no logro encontrarlo ya que algo lo golpeo haciéndolo volar por los aires.
- ¡DEMONIO! -una voz femenina gritaba- ¡se mío!
- ¡Otra loca! -parecía resignado mientras se levantaba e intentaba sacarse el barro de sus ropas
- Hagamos esto rápido y sencillo, ¿te parece?
- Con ustedes nada es sencillo -escupió en el suelo
Estaba tan distraída viendo lo que sucedía que no analizaba el peligro que yo misma estaba corriendo. La lluvia se volvía más agresiva, una chica amenazaba a mi acompañante, y él se mostraba… ¿relajado?
- entonces sigamos -la chica era pequeña y menuda, quizás tenía 17 años…
Otra bola de energía estaba por golpear a mi acompañante, pero lo esquivo con un leve movimiento, casi imperceptible. Él sonreía con satisfacción.
- ¡Esta vez no vine sola! -se arrodillo y comenzó a dibujar con su dedo en el lodo- ¡4 demonios denme su fuerza!
- ¡Retrocede, estúpida! -ahora me gritaba. La palabra estúpida hizo que mi cuerpo se negara a moverse
La explosión me tumbo y cuando pude recuperar la conciencia vi a 4 criaturas atacando a mi guía, la chica no se había detenido, seguía lanzando bolas de energía. Una bruja, eso era. Mi guía parecía muy tranquilo, los ataques no lo tocaban, pero el lodo lo hizo resbalar y uno de los ataques lo rozo, eso hizo que él se distrajera y una de las criaturas le diera un golpe que le corto el aire por unos minutos.
- ¡Mierda! ¡Me cansaste! -se levanto y escupió al suelo
Ahora quien golpeaba en serio era él. Derribo una a una las 4 criaturas y cuando estaba por atacar a la chica una criatura volvió aparecer y lo sujeto por la espalda.
- No, no, no -le sujeto su rostro- sé un buen demonio y se mío.
- ¡Brujas enfermas! ¡Todas ustedes están locas! -intentaba soltarse- ¡Ya tengo mi dueña!
Luego de intentos logro sacar un brazo y volvió a buscar en su bolsillo y lo había encontrado, fue la primera vez que vi su enorme sonrisa.
- ¿Quién es ella? -la mujer me miraba
- No es nadie, pero me será útil -me tiro lo que había estado buscando con desesperación- ¡Léelo en voz alta!
Pude tomarlo con torpeza, pero la piedra estaba en mis manos. Una piedra pequeña y oscura, llevaba grabado una palabra, quizás cincelada
- ¿Akel? -murmure, tenía mis dudas
- ¡Más fuerte! ¡Inútil! -me volvía a gritar
- ¡Akel!
- ¡Corre! ¡Esto va a explotar! Ja, ja, ja, -reía como un loco- ¡Corran todos!
Mi cuerpo corrió instintivamente, no volvería a cometer el mismo error una y otra vez, pero volví a sentir como mi cuerpo caía al suelo. La explosión me desoriento y a mi lado pude ver como caían cosas, un árbol cayó muy cerca. Cerré los ojos y espere que las cosas se calmarán, no podía mover mi cuerpo, tenía miedo. Cuando había dejado de escuchar, de temblar, de sentir, alguien me levanto y me llevo en brazos, alguien cálido.
- Gracias, Maclau… mi nombre es Akel
Al fin estaba segura, al fin podía descansar…