Principio
Ya todos se encontraban ebrios y contentos. El Farol Rojo era un prostíbulo muy prestigioso, tenía largo tiempo funcionando y se había hecho conocido por presentar a las mujeres más bellas del país e incluso muchas veces presentaba extranjeras compradas, por fuera el local parecía una zona de muerte, por dentro era un paraíso sexual; esa noche había recibido a su mejorclientela, exclusivos gerentes, dueños de diversas empresas, CEO, no eran empresas reconocidas a nivel mundial por sus buenas obras, pero si las más poderosas. Entre todos los presentes, había un hombre que era respetado y reconocido por todos, Gustavo era un joven prometedor, tenía un gran poder sobre la gente, analizaba todo acontecimiento, sus fríos cálculos y desapego con las emociones humanas le permitían destruir empresas y familias sin el menor titubeo.
– A nombre del Farol Rojo –dijo la prostituta que animaba esa noches- les traemos la mejor atracción.
Todos los hombres empezaron aplaudir y reír escandalosamente, el licor los volvía estúpidos y sacaba el animal de bajos instintos que todos llevaban.
– ¡Con ustedes Lucy! –grito la chica
Hizo su entrada una joven extremadamente bella, rubia de ojos caramelo, delgada con unos enormes senos sujetados por un brasier corriente, llevaba una pequeña falda transparente que dejaba ver sus muslos y piernas torneadas. Pero lo que más disfrutaban los hombres de ese lugar es que ella estaba drogada y esposada de manos y pies, lo que impedía que pudiera caminar bien.
Gustavo se encontraba brindando con sus empresarios, cuando la vio, era una criatura sexual impresionante, era bella y la palabra le quedaba corta. No la dejo de mirar, mientras bailaba torpemente y terminaba cayéndose sobre algún cliente que antes de levantarla le tocaba y presionaba el cuerpo. Su baile había terminado y la joven llego a rastras a la mesa de Gustavo.
– Hola –Lucy le sonrió
– ¡Pero que bella mujer! –la tomo del cabello para verla de cerca
– Toda una virgen –se burlaba uno de los empresarios
– ¿Quién de ustedes es Gustavo? –pregunto sin hacer caso y soltándose
– Soy yo –dijo Gustavo sin dejar de mirarla, ahora que la tenia de cerca admiraba más su belleza.
– Dicen que tú me puedes dar mi libertad
Lucy se acercó a Gustavo, dejando ver sus enormes senos y una llave en el medio, era la llave de sus esposas. Gustavo se volvió loco, sus senos, su rostro, su ropa, su olor y su voz, lo habían seducido por completo; la quería para él, esa noche y todas las que vinieran.
Subieron a la habitación de Lucy, antes de entrar ella le susurro su tarifa y él le sonrió empujándola a la cama. Lucy volvió acercarle los senos, sabía lo que tenía que hacer para que él le diera su libertad; ella había visto a Gustavo toda la noche, y había decidido actuar como drogada para que él no sospechara de su plan. Primero debía seducirlo y asegurarse que él no le quitará la mirada toda la noche, cuando se enteró que un hombre tan poderoso como él vendría en la noche al prostíbulo su deseo de libertad había vuelto. Fue llevada al Farol Rojo desde los 12 años, estaba cansada de vender su cuerpo ya ni recordaba cómo fue que llego a ese lugar, todos sus recuerdos los había bloqueado. Ella sabía que la felicidad no existía, pero si podía meterse con un hombre rico, usarlo a su antojo y disfrutar del dinero, podría vivir tranquila el resto de su vida. Ese hombre se había presentado al fin.
Con los primeros rayos del sol Lucy se despedía del Farol Rojo y subía a su limusina.