En esta tierra existen 3 subgéneros dentro de los dos géneros ya conocidos: mujeres y hombres. Estos 3 géneros son absolutos y en muchos casos definen tu estilo de vida, pero no tu destino.
Nacer alpha es algo exclusivo de la realeza, y si tienes un hijo alfa puede tener un puesto automático en los altos mandos del reino. Su inteligente, fuerza, poder, y confianza los hace la cara del reino. A más alphas tenga un reino, más poder tendrá este. Tu taza de fertilidad es alta, y pueden embarazar a cualquier cosa que tenga útero.
Nacer beta se considera suerte y trae paz y tranquilidad a las personas, los betas no deben preocuparse, siempre tienen trabajo asegurado y son apreciados por su mano de obra confiable y absoluta. Pueden casar con mujeres u hombres betas, pero tienen poca taza de fertilidad, por lo cual les es muy difícil tener hijos.
Nacer omega significa que tu vida podía darse por acabada, terminarías pobre si no te emparejabas con un alpha o en el mejor de los casos un beta, o eso decían… hasta que llego él, y cambió la historia, y de la debilidad hizo su fuerza, su mayor atracción, su mayor poder y el reino lo recordaría.
Existe una ley absoluta en el reino. Ley que ha permitido la paz. El Rey tiene la obligación de multiplicar su territorio a base de los hijos que tenga, y el mayor será considerado Rey absoluto, mientras los hijos serán considerados Subreyes. Todos tienen voz y voto en la mesa de Reyes. Como era de suponer, la realeza siempre había sido Alpha, pero él último rey tenía una gran debilidad frente a la carne y los olores lo tentaban. Fue su destino caer en las apetecibles piernas de una joven omega quien cayo embarazada en el primer acto y solo vivió para dar a luz a otro desgraciado omega. Así, el Rey tenía 3 hijos hombres con su legitima esposa, 3 alphas y un omega con su amante. Nadie supo, en aquel entonces, que el Rey se había enamorado de aquella omega, y que fuera de la raza y poder, él la había amado y había jurado proteger a su hijo.
Uno a uno, los hijos del Rey debían presentar el examen de subgénero y satisfacción sintió el reino al saber que 3 niños eran alphas; años de prosperidad esperaban al reino. Pero años después, el hijo de la amante omega estaba listo para tomar la misma prueba, nadie guardaba esperanzas en que fuera un alpha, pero el honor de la familia no se vería tan manchado si el nacido resultaba un beta, pero no, no fue ese el resultado. La corona sería tomada por un omega.
- ¡No es posible mi Rey! ¡Un omega no puede llevar la corona!
- ¡Exacto! ¡Dele dinero y mándelo a otro castillo! ¡Vivirá mejor que cualquier omega, pero jamás como Rey!
- ¡Deberíamos eliminarlo!
El Rey no dejaba de escuchar a sus consejeros, todos tenían razón, pero ¿quién manda al corazón? Pronto sus hijos crecerían y debían tener un reino para evitar las dispuestas, él había sido hijo único, pero no todos tenían la misma suerte.
- Dejemos esto por el momento –hablo el Rey- es momento de tomar nuevas tierras para TODOS mis herederos.
- Sí –respondieron todos- mi Rey
Este año tomarían 3 grandes imperios y unas tierras conquistadas por salvajes. Las expansiones duraron 12 años y cuando el Rey había vuelto al castillo estaba agotado, pero deseaba ver a sus hijos. Pidió a los sirvientes traerlos.
Al verlos llegar, se sorprendió y su pecho de lleno de orgullo, sus 3 alphas eran fuertes, robustos, muy masculinos, pero, sobre todo, desplegaban una gran esencia en el ambiente. Con solo oler el ambiente cualquier alpha de categoría media o beta, debía agachar la cabeza y sentir su cuerpo agotado.
- Dime Adair, cómo ha ido todo en mi ausencia.
- Bien padre… – el mayor de los hermanos hablaba, el próximo Rey absoluto. Sus ojos negros y cabellos oscuros marcaban su distinción, junto a su cuerpo marcado y grandes colmillos que solía enseñar para callar a los betas que lo rodeaban. Era el hijo más fuerte, y con gran falta de autocontrol.
- Y tú, ¿Axa?
- Bien padre, todo ha ido bien – el segundo hijo, un prodigo en las ciencias y en el combate. Todos aseguraban que sería el próximo estratega y que junto a él se podría conquistar muchos más reinos. Años de prosperidad bajo su mando.
- ¿Mika? ¿No tienes algo que agregar?
- Nada padre – su delicada figura solía engañar a todas las mujeres del reino, y frente a otras autoridades no existía alma más bondadosa que la de él, sin embargo… de su cuarto salían gritos de horror y miedo cada noche, a la mañana lo único que salía eran los cadáveres de sus acompañantes. Era un alpha salvaje, uno cruel, uno terrible.
Ninguno de ellos lo diría, ninguno hablaría de las noches que violaron al menor de sus hermanos, de las noches que tuvieron que ponerse un bozal como perros salvajes para no devorar por completo a su hermano y ser castigados con un lazo irrompible por la esencia de su hermano, por el veneno que emanaba cada mes. Como lo habían destrozado, como lo habían hecho llorar, como lo amarraban a la cama, como destruían noche tras noche su voluntad. Desde que supieron la fecha de llegada de su padre habían decidido no tocar a su hermano, de eso ya era un mes. No podían dejar pruebas de sus actos. Aunque fuera un omega, tocar a un familiar era pecado y estaba castigado con la castración.
- ¿Dónde está su hermano?
Nadie respondió, nadie lo había visto, nadie quería verlo. Pero la puerta del salón se abrió y una delicada figura de rojo hizo su entrada.
- Hola padre, agradezco a los Dioses verte con vida, y rebosante de alegrías… – había entrado al salón un joven de largo cabellos, con una delicada silueta que contoneaba para deleite de los presentes, algunos lo observaban con deseo e intentaban esconder la saliva que sus bocas generaban como perros salvajes, mientras otros solo podían despreciar aquella presencia. Y esa esencia, estaba por ahogar a todos, ¿acaso ese omega buscaba ser violado por todos? ¿cómo pretendía sobrevivir con tremendo olor?
Su padre no pudo evitar sonreír, su menor hijo lo estaba haciendo bien. Como su madre, era un omega excepcional, su belleza no tenía comparación, si hubiera sido mujer estaba seguro que podría haber conquistado a cualquier hombre, pero siendo hombre podría ser un poco difícil eso. Por el olor que desprendía sabía que ya había pasado su primer celo y por el temblor en los labios de Axa y los movimientos irracionales de Mika, sabía que ambos hijos habían tomado a su pequeño Az, pero no le importaba. Az era fuerte, tan fuerte como su madre y si algo debía hacer en este mundo de crueldad era darle las herramientas para sobrevivir. Pero él no sabía que su madre ya le había dado las más poderosas, unas piernas fuertes y flexibles, tanto para recibir como para patear al cerdo que se le acercara.
- Az, has crecido bastante, ¿no piensas cortar tu cabello? Aunque mejor no, así como te veo… eres igual a tu madre. Me agrada
- Gracias padre –beso la mejilla de su padre y en ese momento soltó un olor aún más dulce en el salón.
- ¡Habrán las ventanas! –grito Adair, no podía soportar más el olor.
- Eres una perra al igual que tu madre, ¿acaso quieres ser violado por todos nuestros sirvientes? –le gritaba Mika- quieres acabar muerto, pero satisfecho, ¿no? ¿eso buscas?
- Como ves padre… -se recostó en el sofá más cercano y miro con esos ojos lascivos a cada uno de sus hermanos, deteniéndose en las partes que más disfrutaba- mis hermanos aún no aceptan la realidad, que soy un omega… estoy preocupado por ellos.
Adair, Mika, y Axa se miraron entre ellos. El hombre que veían frente a sus ojos era el mismo que hasta hace unas semanas habían amarrado y violado, el que rogaba que lo soltaran, el que lloraba, el que acababa sangrando y ensuciando su alma. ¿Estaban frente al mismo hombre?
- Es por eso… que a partir de hoy he cambiado a todos mis guardias alphas, por betas. Así evitaremos incidentes desagradables y futuras deshonras a la familia. Después de todo, los betas son resistentes a mi “olor” y…– ordenó que abrieran las puertas –ellos han sido entrenados en el jardín rojo.
Y así comenzó la más jugosa y húmeda venganza…