Az había escuchado todo el barullo y su impaciencia comenzaba a ser evidente. Había mandando a los sirvientes a traer más ropa de la necesaria, se había desecho de su peinado 3 veces y estaba por ordenar otro baño de flores.
- ¡Neeeeek! ¿Dónde estás? -todos habían escuchado ese nombre por los menos 19 veces en lo iba del día – ¿ya?
- Tenga paciencia por favor, príncipe -era Nek quien entraba nuevamente a la habitación, y otra vez el príncipe se había desecho de su peinado- aún no estamos listos y, por favor, deje de tocar su cabello
Az pudo ver quiénes no estaban listos. La puerta había quedado entreabierta y vio a sus guardias. Nek llevaba el traje de gala del El Jardín Rojo, pero sus guardias llevaban el uniforme de guerra de El Jardín, ¿acaso pensaba declarar una guerra en el salón?. Az comenzaba a molestarle su traje, era muy femenino, como un vestido que debía usar una mujer, además dejaba su espalda descubierta y le ajustaba las caderas.
- Ya está -Az no había notado, pero Nek había estado retocando su cabello, lo había recojido por un lado con una trenza suelta, pero la mayoría lo dejaba suelto y se movía con bastante facilidad- ya podemos ir…
Eran las palabras que había esperado todo el día, era el momento que debía vivir. Vería a sus hermanos luego de muchas semanas…
- Libera tu aroma, ahora -le susurro Nek, él tenía una forma muy particular de hablarle solo para las ordenes- no te preocupes por nosotros, cualquiera que intente tocarte tendrá que pasar sobre tus guardias o de lo contrario morirá ahogado con mi esencia.
Az había comenzado a sentirse seguro al lado de Nek, desde la primera vez quizás, pero ahora tenía plena confianza en él.