Esta novela, evidentemente homoerótica, es otro rostro de Juan Carlos. Como antes he mencionado, tengo un cariño especial por el autor y se debe a su gran dominio de las situaciones que viven sus personajes, así como los diálogos que nos permite presenciar. Me agrada ese poder, sin embargo lo que debo resaltar, en esta ocasión, son los aires (espacios) que nos sabe dar entre las diferentes situaciones/acciones que te harán dudar y preguntarte, casi rogar, por más. Esta novela ha sido un trago amargo, no por Juan Carlos, que su talento me ha quedado claro, sino por la historia que nos trae.
Historia
Adrian vuelve al Perú luego de muchos aires, de un divorcio, de la total libertad, de una mala relación con su exesposa, y todo por su hijo, quien al parecer lo necesita con desesperación o eso dice la exesposa y la sociedad. Con su pequeño hijo podemos disfrutar de conversaciones naturales, comida chatarra y algunas buenas compras de libros. También caeremos con las verdaderas amistades de este curioso personaje.
En su intento por ser parte del día a día de la vida de su hijo, Adrian tendrá que intervenir en su vida escolar: participar de cumpleaños de los niños, reuniones de padres, obras de teatro, reuniones con el director o profesores, estas y algunas otras cosas serán los mayores suplicios de Adrian. En esta montaña rusa de obligaciones y sonrisas forzadas conoce al atractivo César, padre de una compañera de su hijo.
Adrian es quien nos contará la historia, sus idas y venidas con su hijo, sus intentos por encajar en el traje de padre que la sociedad le ha mandado hacer en una talla inadecuada, pero también seremos parte de su deseo de hombre. Estos últimos deseos saldrán aflote con el ingreso a César a su vida y lo que significa su sola presencia (y desinterés). Él, quien siempre ha llevado una vida ejemplar como deportista, padre de dos bellas -y casi perfectas- hijas, buen esposo, no es nada más que un maldito incomprometido con los demás. ¡Me resulta una molestia de principio a fin!, pero no puedo negar que me gustaba hasta cierto punto.
Rescate
Puntos Bellos
- La historia se desarrolla en Perú, y Juan Carlos nos entrega unas referencias bastante precisas.
- El autor, gracias a la divinidad, tiene un gran respeto por sus personajes y por eso, en cada lectura, puedes sentirlos desplazarse por las hojas.
- Nos entrega dos posiciones: padre e intento de amante. También debería mencionar que vemos su papel de hijo.
- El dolor de una «ruptura» o mejor dicho, las ideas que nos formamos de ella.
- Uno jamás puede dejar de ser parte de la sociedad.
Puntos sensibles
- Me hubiera gustado más final.
- Quisiera leer la nueva edición del libro que recientemente ha salido con una editorial chilena
Autor
Juan Carlos Cortázar (lima, 1964). Estudió sociología y políticas públicas. Hizo la carrera de escritura narrativa en Casa de Letras, Buenos Aires. Ha publicado la novela corta Tantos angelitos (Ediciones Deldragón, 2012), la novela Cuando los hijos duermen (Animal de invierno, 2016) y los libros de cuentos Animales peligrosos (Milena Caserola, 2014) y La embriaguez de Noé (Luna de Sangre, 2016). Su cuento Era el pistaco fue incluido en la Antología Cuento Digital Itaú 2013. La novela inédita El habitante fue finalista en el concurso de narrativa Eugenio Cambaceres 2012, organizado por la Biblioteca Nacional de Argentina, Actualmente vive en Santiago de Chile.
Contratapa
Conocer a alguien, enamorarse, tener hijos, organizar la vida en base a eso. La secuencia es predecible y Adrián eligió quebrarla. Regresa a Lima para quedarse por una temporada larga y conoce a César. Los dos son padres, han elegido maneras diferentes de serlo y, desde la alternativa que cada uno ha tomado, buscan abrirse a un posible amor entre hombres. Cuando los hijos duermen trasciende todo tipo de etiquetas para revelarnos una literatura a secas, poderosa en su sinceridad. Un lugar donde hay que luchar para no enterrar los sentimientos.
Con sutileza y crudeza al mismo tiempo, con una lenguaje terso cuya mayor virtud es sugerir cuanto queda sin decir en cada relación humana, Juan Carlos Cortázar va tejiendo una novela que queda en la memoria como una canción de amor: amor por los hijos, amor por la autenticidad de cada uno y sobre todo amor por una Lima bellísima, melancólica y dura como la misma juventud.
Leopoldo Brizuela
Mientras observamos dormir a nuestros hijos y creemos que están entregados a ese simulacro de paz, otra vida, la nuestra, transcurre bajo cientos de fogonazos que intentamos vanamente contener. Esa es la impresión que me aborda y me persigue al leer «Cuando los hijos duermen». Este libro es una línea que luego se va multiplicando en otras más, creando bellos paralelismos entre una sexualidad en tensión, pero que busca estallar en cualquier instante, con un contexto determinado que busca también enfrentarnos a lo que sucedió en el Perú durante los años de la violencia irracional. Nuevas miradas de nuestro entorno se habían necesarias en la narrativa peruana y me alegra descubrirla en la prosa de Juan Carlos Cortázar.
Ricardo Sumalavia